El Tema del Congreso

Desde el inicio de la humanidad, ha surgido un impulso profundo e íntimo por entender el propósito de la existencia. Las preguntas eternas y enigmáticas: ¿quiénes somos?, ¿de dónde venimos?, ¿cuál es nuestro propósito? y ¿hacia dónde nos dirigimos?, se presentan e impregnan nuestra esencia. Siempre ha habido una sensación, una inquietud, de que hay más en la vida de lo que nuestros sentidos físicos pueden percibir.

Por más que esta inquietud persiste en nuestro interior, con el paso del tiempo, los seres humanos se han arraigado cada vez más en sus hábitos, tradiciones, prejuicios y complacencias. La atracción hacia la mecanicidad de la vida exterior se ha vuelto cada vez más dominante.

Aunque la humanidad sigue convencida de su progreso constante, la realidad es otra. Si bien muchos indicios externos pueden convencernos fácilmente de que todo está evolucionando, tampoco podemos negar que otros nos muestran claramente lo contrario. Más allá del mundo exterior, la situación es completamente diferente. La mayor parte de la sociedad prácticamente ha perdido toda percepción de la vida que se encuentra más allá de lo aparente, lo sensorial y lo temporal. Debido a esto, nos quedamos con sólo una vaga percepción de la verdadera base o fundamento de la vida, la vida interior. La vida interior es lo real, es una dimensión oculta de donde todo se origina.

En todos los aspectos de la vida, la humanidad siempre mira hacia aquellos que pueden impartir conocimientos, aquellos que han alcanzado un nivel superior al de sus semejantes; aquel que tiene la capacidad y la recta intención de transmitir a otros lo que recibieron. En ningún otro ámbito de la vida esto es tan importante como la vida interior, los principios espirituales que todo ser humano anhela.

En cada generación, existen individuos con una comprensión más profunda que el resto. Son los profetas de su época, cuya guía eleva a otros hacia una vida o un nivel de existencia superior. La historia guarda registro de estos seres extraordinarios, portadores de las más altas virtudes espirituales.

Estas Grandes Almas, a través de su propia experiencia del mundo interior, habiendo alcanzado la plena conciencia de los aspectos Superiores de la vida, se dan cuenta de la necesidad de guiar a otras Almas hacia el mismo fin. Por eso dedican sus vidas a transmitir los principios eternos, las enseñanzas perennes de todas las épocas, haciendo grandes sacrificios para que la humanidad tenga siempre la oportunidad de recibir la Luz.

La develación del camino de la liberación no es algo limitado a la historia; es algo perenne, no limitado a ningún tiempo o lugar en particular. Siempre ha sido así, ya que la humanidad siempre ha necesitado la ayuda de Grandes Almas para ser informada, enseñada y guiada en el camino. Es por eso que siempre han aparecido diferentes Maestros en momentos de gran necesidad espiritual para recordarnos y develar el camino.

El Logotipo

El sol simboliza la luz, la sabiduría, la verdad, el conocimiento, la divinidad, la pureza y la inmortalidad.
Representa tanto el universo no manifestado como el manifestado. El sol proporciona una fuerza continua que sostiene y nutre toda la vida, testimonio de su amor incondicional y supremo acto de sacrificio.

La Triquetra, o nudo de la Trinidad, aparece en el centro del Sol.

Representa las tres fuerzas primarias de la creación, que siempre han estado presentes en todas las tradiciones religiosas y esotéricas del mundo.

Lo encontramos en la Cábala hebraica: Kether, Chochmah y Binah; en la Trimurti hindú: Brahma, Vishnu y Siva; en la Trinidad egipcia de Osiris, Isis y Horus; y en la Trinidad cristiana del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Todas ellas indican las tres fuerzas primarias, el Santo Triamazikano, que son la Santa Afirmación, la Santa Negación y la Santa Conciliación. Estas fuerzas primarias crean el universo, y son las mismas fuerzas creativas necesarias para las posibilidades regenerativas dentro del hombre.

El círculo simboliza el absoluto, ilimitado, inmanifestado y desconocido. Es la reminiscencia del círculo del Tao para representar al infinito; o la eternidad como Hermes Trismegisto explica: Dios es un círculo cuyo centro se encuentra por doquiera y cuya circunferencia no está en ninguna parte.

Les invitamos a participar en el Segundo Congreso Gnóstico de Australasia. De todo corazón, esperamos darles la bienvenida y que todos podamos reunirnos para estudiar:

El Legado de las Grandes Almas – Develando el Camino de la Liberación. El Congreso se celebrará en The Concourse, Chatswood, Sydney, del 7 al 13 de agosto de 2025

© II CONGRESO GNÓSTICO DE AUSTRALASIA

Circulo de Investigación de la Antropología Gnóstica